Sin alguna duda la tecnología hace nuestras vidas mucho más fáciles, pero, hasta qué punto esa comodidad es buena. Es necesario recalcar que nos ayuda a mejorar la forma de comunicación entre personas, avances en la medicina, transporte, alimentación, etc. Ahora bien, con todas estas comodidades nos vamos adaptando, cada vez dependemos más de ellas. Un ejemplo es el celular: cuando l o obtenemos ya no podemos recordar cómo era nuestra vida sin él. Se dice que una persona controla su celular, pero cuántas veces no s e voltea a ver el celular diariamente, y si se pierde es una catástrofe, incluso hay gente que muere por no entregarlo. De manera que, ¿un celular vale más que una vida?.
De igual manera, la dependencia a la tecnología no es vista como un problema, pues supuestamente nosotros lo controlamos, pero, va a llegar un punto que vamos a depender tanto que la tecnología nos va a controlar a nosotros. En vez de decorar la situación llamándola una dependencia, llamémosla por lo que es, una adicción, que nos consume más que la propia éxtasis. Como no volvernos adictos a esto, si siempre está presente en nuestras vidas, según un estudio de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), en el año 2012 prácticamente el 96% de los hogares cuentan con teléfono móvil, el 55% con ordenador portátil (incluidos netbooks y tablets), y el 48% con ordenador de sobremesa. Está en nuestros hogares, antes uno se comunicaba con su hermano verbalmente, lo buscaba y le preguntaba, pero ahora es tan fácil comunicarse, pues solo está a un click ( FAD,2015). Definitivamente, es un solo click, que ha cambiado todo, ya no nos comunicamos verbalmente, un chat compuesto por palabras sin sentimientos, pero cuando se viene a hablar en persona, parece como si hubiéramos dado mil pasos atrás, estamos evolucionando pero hacía a donde.
Finalmente, los millennial , los nacidos en la era digital. Qué más se podría pedir, cuando naces en una época que la tecnología está al tope, nuevos celulares que se desbloquean con la cara, simuladores de vuelo, nuevos medicamentos, juegos y una comunicación entre amigos muy fácil. En contraste de todo esto, hay repercusiones, pues todo tiene un precio. La tecnología nos deshumaniza, la hipocresía en la sociedad crece como un tumor en una persona con etapa tres de cáncer, es imparable. Además, hace que los niños pequeños ya no salgan a divertirse en el parque con sus amigos. El 75% de los niños de tres años tienen su propio dispositivo móvil, (Christakis,2015). Igualmente, las cifras delante de una pantalla es preocupante, según la Academia Americana de Pediatría (AAP), los niños de 8 a 10 años pasan casi ocho horas diarias frente a una variedad de medios diferentes y los adolescentes pasan más de 11 horas diarias (APP,2014). Nosotros no usamos la tecnología, la tecnología nos usa a nosotros, ya que, el precio que pagamos es el tiempo, lo cual es algo que los humanos no hemos aprendido a controlar. Dicho lo anterior, la tecnología nos hace menos humanos, es así como estamos perdiendo las características que nos representan como hombres, individuos de la sociedad, ya no nos comunicamos, no exploramos, no respetamos y lo más importante no vivimos.
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Bibliografía:
- Megías, I., & Rodríguez, E. (2014). Jóvenes y comunicación. la impronta de lo virtual. Obtenido el 10, de enero del 2020, Recuperado de: http://boletines.prisadigital.com/Jovenes-y-comunicacion-2014.pdf
- Bibliografía: El Futuro Es Apasionante. (2015). ¿Cuánto tiempo deben pasar nuestros hijos delante de las pantallas? Responde Dimitri Christakis. YouTube . Obtenido el 10, de enero del 2020, Recuperado de: https://www.youtube.com/watch?time_continue=27&v=awsEQyquKOY
- (2014). Lasaluddeladolescente .( p.5). Healthychildren.org .[archivo PDF] Obtenido el 10, de enero del 2020. Recuperado de: https://www.healthychildren.org/Spanish/tips-tools/e-magazine/Documents /HC%20Adolescents%202014_Spanish_FNL_NEW.pdf